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Which Will You Believe? (Spanish)

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  • Format: Folded Tract
  • Size: 3.5 inches x 5.5 inches
  • Pages: 8
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¿A cuál creerá usted? Las Sagradas Escrituras, la Palabra inmutable de Dios o las tradiciones humanas del hombre.

1. PURGATORIO

El Catecismo de la Iglesia Católica: “¿Qué es el purgatorio? El purgatorio es el estado de los que mueren en amistad con Dios pero, aunque están seguros de su salvación eterna, necesitan aún de purificación para entrar en la eterna bienaventuranza.”

Esta declaración está en contra de las enseñanzas de Dios. La palabra “purgatorio” no aparece en la Biblia. La Biblia ni aún menciona tal lugar como el Purgatorio. Incluso, el creer en el Purgatorio es considerar a la Palabra de Dios falsa. La Palabra de Dios, en la Epístola a los Hebreos, capítulo 9, versículo 22, dice, “Y sin derramamiento de sangre no hay remisión”; y en la Primera Epístola del Apóstol Juan, capítulo 1, versículo 7, leemos: “Y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. La Palabra de Dios es la verdad, pero la enseñanza Católica Romana mencionada anteriormente contradice la Palabra de Dios. Tenemos que creer la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras.

El Apóstol Pablo dice, “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). “Justificado” significa hecho inocente, puro, y libre de toda culpa. ¿Cómo? No por pasar tiempo en el Purgatorio, sino por aceptar la obra completa de nuestro Señor Jesucristo. Además, Romanos 8:1: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (o sea, a los que son Cristianos verdaderos). Nada ni nadie puede condenar al Purgatorio ni a cualquier otro lugar de condenación a los quienes a través de Jesucristo han sido hechos libres de toda culpa.

2. LA CONFESIÓN O EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

El Catecismo de la Iglesia Católica: “Se le denomina sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En efecto, los obispos y los presbíteros, en virtud del sacramento del Orden, tienen el poder de perdonar todos los pecados ‘en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’.”

Esta enseñanza está en contra de la enseñanza de Dios. En las Sagradas Escrituras, en la Primera Epístola del Apóstol Juan, capítulo 1, versículo 9, leemos, “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”; y también, “Y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de TODO pecado”—pecados veniales y pecados mortales (1 Juan 1:7).

Primeramente nos dice que hemos de confesar nuestros pecados a Dios, no a un sacerdote, and Dios perdonará. Después nos dice que la sangre de Jesucristo nos limpia de TODO pecado. Cuando creemos esta verdad, el poder de la sangre de Jesucristo remueve y limpia todos nuestros pecados y toda nuestra culpa. Este principio siendo la verdad, la sangre nos deja sin pecado y sin culpa. Si confesamos nuestros pecados a un sacerdote, negamos el poder de la sangre de Jesucristo para limpiarnos, y de esta manera cerramos el camino de Dios para limpiarnos y perdonarnos.

La confesión a un sacerdote es un incentivo para cometer más pecados. Dios nos prohibe buscar el perdón de nuestros pecados a través de la confesión a un ser humano: “Maldito el hombre que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová” (Jeremías 17:5).

3. LA MISA

El Catecismo de la Iglesia Católica: La Misa—“El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: ‘La víctima es una y la misma. El mismo el que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, el que se ofreció a sí mismo en la cruz, y solo es diferente el modo de ofrecer’ (Concilio de Trento: DS 1743). Y puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la misa, se contiene e inmola incruentamente el mismo Cristo que en el altar de la cruz ‘se ofreció a sí mismo una vez de modo cruento; […] este sacrificio [es] verdaderamente propiciatorio’ (Ibíd).”

Roma enseña que sus sacerdotes ofrecen a Jesús otra vez en sacrificio cada vez que dicen la Misa. Cada 24 horas, por todo el mundo, 200,000 Misas se llevan acabo. ¡Esto significa, de acuerdo a la enseñanza de Roma, que Jesús sufré la agonía terrible del Calvario 200,000 veces cada día!

Dios sabía que el hombre caería en el error y nos dio las Sagradas Escrituras para guiarnos a toda la verdad. Note como Dios contradice a Roma en Hebreos, capítulos 7-10. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él [Jesús] se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Que no tuviese necesidad cada día...de ofrecer primero sacrificios...porque esto lo hizo una sola vez, ofreciéndose a sí mismo...nosotros somos santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez...Pero Éste, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio para siempre, se ha sentado a la diestra de Dios” (Hebreos 7:25, 27; 10:10, 12).

Dios dice que la “Misa” sucedió una vez para siempre en el Calvario, donde Dios sacrificó a Su Hijo unigénito, Jesucristo, por nuestros pecados—veniales y mortales. “Pues donde hay remisión de éstos [pecados], no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10:18).

Por lo tanto, no ofrecemos más sacrificios por el pecado ni sufrimos por cualquier de nuestros pecados cuando aceptamos la obra final de Jesús, Quien se ofreció una vez por todos. “Y la sangre de Jesucristo...nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Lo único que tenemos que hacer es pedirle al Espíritu Santo que nos dé la fe para creer la Palabra de Dios.

4. LA IDOLATRÍA

¿Qué es la idolatría? La idolatría es hacer una imagen o una semejanza de Dios o de alguna criatura para un propósito religioso.

En la Biblia Católica Romana, Ediciones Paulinas, en el libro de Deuteronomio, capítulo 16, versículo 22, leemos: “Ni alzarás cipos, pues es detestable a los ojos de Yavé, tu Dios”; y en Éxodo 20:4, “No harás escultura, ni imagen alguna...” (o estatua). Sin embargo, la Iglesia Católica Romana, en vista de este mandamiento, resiste a Dios y llena sus templos y sus hogares con las imagenes.

Claramente, la Iglesia Romana está en oposición directa a la voluntad de Dios, declarado claramente en muchos versículos de las Escrituras: “No harás para ti escultura, ni imagen alguna...” (Deuteronomio 5:8). “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría...” (Gálatas 5:19, 20). “Por tanto, amados míos, huid de la idolatría” (1 Corintios 10:14). “No os engañéis: Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros...heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9, 10).

¡No nos atrevemos a añadir nada ni quitar nada de la Palabra de Dios! “Cuidaréis de hacer todo lo que yo os mando; no añadirás a ello, ni quitarás de ello” (Deuteronomio 12:32). “Porque yo testifico a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios añadirá sobre él las plagas que están escritas en este libro” (Apocalipsis 22:18).

5. EL SACERDOTE O EL PADRE

Según la enseñanza Católica Romana, cada sacerdote Católico Romano se llama un padre espiritual. Esta enseñanza está en contra de y en desobediencia a la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo.

La promesa de Dios a Israel era para un sacerdocio en esta tierra. Solo los que son de la tribu de Leví pueden ser sacerdotes en esta tierra (Números 18:1-8; Éxodo 28:1). Por lo tanto, Jesús tuvo que ascender de la esfera de esta promesa—la tierra—y sentarse a la diestra de Dios el Padre en el cielo donde llegó a ser un sacerdote para nosotros (Hebreos 8:1-4).

Jesús sabía que el hombre lo desobedecería cuando advirtió: “Y no llaméis vuestro padre a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en el cielo” (Mateo 23:9). Aquí es muy evidente que Jesús se refiere a nuestro Padre espiritual; no se refiere a nuestros padres naturales. Cualquier persona que se llama un padre espiritual es un anti-Cristo.

“Pero el Espíritu dice expresamente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; que con hipocresía hablarán mentiras...prohibirán [monjas y sacerdotes] casarse, y mandarán abstenerse [ayunar] de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes que han conocido la verdad” (1 Timoteo 4:1-5).

En Hebreos, capítulos 7-10, leemos que Jesús es el único Sacerdote del Nuevo Testamento, Quien está a la diestra de Dios Padre, siempre intercediendo para los que vienen a Dios a través de Él. Entonces, cuando vamos a Jesús y confesamos nuestros pecados a Él, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. “Y al que a mí viene, yo no le echo fuera” (Juan 6:37).

6. LAS ORACIONES A MARÍA Y A LOS SANTOS

La Iglesia Católica Romana enseña y manda a la gente que oren a los santos y a María; porque estos, dice la iglesia, orarán, intercederán, y serán mediadores por nosotros.

Esta enseñanza está en contra de las enseñanzas de la Sagradas Escrituras. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). Jesús es el Hijo de Dios y por lo tanto Él está en todas partes. Él es igual a Dios y puede escuchar nuestras oraciones. No es así con los santos ni María. Si ellos están en todas partes, son dioses; si no están en todas partes, no pueden escuchar las oraciones.

El mes de mayo está dedicado a las oraciones y a la devoción a María. Millones de Católicos están orando a ella en cien miles de iglesias diferentes y hogares a través del mundo a la misma vez. Si ella está en todas partes a la misma vez y escucha esas oraciones, ella tendría que ser Dios o una diosa; porque, como la Iglesia Católica Romana misma admite, solo Dios puede estar en todas partes a la misma vez.

A través de las Sagradas Escrituras, se nos enseña que Jesús es el único mediador, intercedor entre el hombre y Dios. 1 Juan 2:1b demuestra esto claramente: “...abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Note que no dice María ni los santos sino Jesucristo.

Jesús nunca llamó a María Su madre; la llamó “mujer.” Él vio antemano que ella llegaría a ser el objeto de gran idolatría, que sería dada una posición de Deidad por el sistema Católico Romano, y que sería asignada nombres apropiadamente dadas solamente a la Deidad. María, sí, es bendecida pero no es Deidad.

7. LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA DECLARA QUE ELLA NUNCA CAMBIA

La siguente lista parcial de eventos no solo aprueba el opuesto, sino también demuestra los pasos sucesivos de la degradación de la Iglesia Católica Romana:

Las oraciones para los muertos fueron instituidos 330 D.C.

El hacer la señal de la cruz 330 D.C.

La adoración de María, los Santos, la Cruz,
las imagenes, y las reliquias 788 D.C.

El ayuno, la Cuaresma, el Adviento, y los viernes 998 D.C.

La fabricación de la Agua Bendita 1009 D.C.

La prohibición que los sacerdotes se casen 1079 D.C.

El Rosario es inventado 1090 D.C.

La venta de las Indulgencias 1190 D.C.

El sacrificio de la Misa 1215 D.C.

El confesión auricular de pecados al sacerdote 1215 D.C.

La proclamación del Purgatorio 1438 D.C.

La tradición fue puesta al mismo nivel que la Biblia 1545 D.C.

(Las fechas son aproximadas.)

Le invitamos a usted que se convierta al Cristo verdadero de la Biblia, Quien nunca cambia. Él es el mismo ayer, hoy, y para siempre. Confíe el Él como su Salvador suficiente y el Señor de su vida. Sea salvo del infierno y limpiado de su pecado por la sangre de Él. Y después, únase a una iglesia en su comunidad que es fundamental y que enseña la Palabra de Dios. Si es el deseo de usted de hacer esto, por favor mándanos su nombre y la dirección de su casa para recibir más información.

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