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What God Has Done For Me (Spanish)

Special-Order Folded Tract

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  • Format: Folded Tract
  • Size: 3.5 inches x 5.5 inches
  • Pages: 4
  • Imprinting: Not available with custom imprint
  • Version: RVR-1960
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The full text of this tract is shown below in the RVR-1960 version. (Do you want to print this tract in a different version than the one listed? Contact us and let us know what you're looking for—we may be able to create the alternate version for you at no charge.)

No crecí en una familia cristiana. Cuando era niño me enviaron a la escuela dominical, pero cuando crecí y fui adolescente, decidí seguir “mi propio camino”. Comencé a consumir drogas cuando tenía trece años. Cuando tenía quince, no había ninguna droga que no hubiera probado, incluyendo aquellas en las que se precisan agujas. Al principio hacía lo que quería hacer, pero después me dí cuenta de que no podía parar. No podía encontrar la fuerza para dejarlo. En ese momento, todo el propósito en mi vida era ir de fiesta, salir con “amigos”, y que nada ni nadie me limitara.

Abandoné la escuela cuando tenía como quince años, sin completar el décimo grado. Me rebelaba contra todo tipo de autoridad, ya fuera en casa o fuera de ella. Esto me llevó a tener problemas con la justicia. Mi vida estaba repleta de crimen, drogas y todo tipo de cosas asociadas a ese estilo de vida. Siempre estaba con problemas con la justicia, me detuvieron y entré y salí de la comisaría policial tantas veces que no puedo ni recordar. Cuando tenía poco más de veinte años, había cumplido condena de prisión en Florida y Georgia.

En 1978, obtuve la libertad condicional en casa tutelada. A los 75 días me arrestaron por un delito relacionado con drogas, y me encarcelaron por tercera vez. Estaba en una cárcel en una pequeña ciudad de Georgia. Recuerdo ese sentimiento de caminar sobre el vacío. Estaba tan desesperado que pensé en suicidarme, porque para mi, si la vida solo consistía en llegar a lo máximo, y de ahí lo siguiente, de una bebida a la siguiente, de una celda a la siguiente, y ahora tenía que volver a la cárcel, entonces para mi la vida no valía la pena vivirla. Entonces el Señor intervino. Hice mi única llamada telefónica autorizada a la única persona que conocía en esta pequeña ciudad, a mi antiguo consejero del programa de rehabilitación de drogas. No se encontraba en casa. Sus padres sí estaban, eran cristianos que creían en la Biblia. Aunque no me conocían ni nunca nos habíamos encontrado, vinieron a visitarme. Sus palabras me llegaron al corazón. Su sinceridad en visitarme en mi situación, me conmovió. Me trajeron una biblia. Ahora creo que el Señor usó Su Palabra y el testimonio de esas personas para traerme el evangelio.

Regresé a mi celda donde estaba solo. Tenía algunos folletos del evangelio que decían cómo ser salvo y los leí. Comencé a leer el Nuevo Testamento. Había oído muchas veces el evangelio cuando era niño. Me vino el pensamiento que si quería decir a alguien cómo ser salvo, ¿dónde podría indicárselo en la Biblia? Cuando estuve en la cárcel en Florida, cuando era un joven, una querida señora me había escrito una carta, y al final de la misma, escribió una referencia, Rom 10:13. ¡Como si fuera un flash, a pesar de todos los años pasados, cerraba los ojos y podía ver perfectamente esa carta! Buscando esa referencia en la Biblia leí: “Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.

Creí que podía ser salvado y que podía usar ese versículo para mostrar a cualquiera cómo ser salvo. Allí, en esa celda de la cárcel confié en Jesucristo como mi Salvador, y comenzó a liberarme, incluso en ese lugar donde tenía al alcance de la mano muchas cosas para mis adicciones. Aunque es diferente para otras personas, Dios me liberó inmediatamente del deseo de tomar drogas y alcohol. Estoy agradecido al Señor Jesús por cambiar mi vida. Es mi oración que cuando leas esto, te des cuenta de la necesidad que tienes, y de la capacidad de Dios para salvar, guardar y liberar. Dios no hace acepción de personas. Lo que Él ha hecho por mi, lo puede hacer por ti.

Larry Price vive en Florida, está felizmente casado y tiene tres hijos y seis nietos. Ha servido al Señor como obrero a pleno tiempo desde 1980. Su deseo es compartir su testimonio y lo que Dios ha hecho en su vida, y predicar el evangelio de Jesucristo como la única esperanza para aquellos que están en la esclavitud del pecado y la adicción. Larry viaja por todo Norte América visitando iglesias para fortalecer a los creyentes por medio de la enseñanza de la Palabra de Dios, para así estar mejor preparados para vivir para el Señor. www.larryrprice.com

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