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A Savior, Christ the Lord (Spanish)

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  • Format: Folded Tract
  • Size: 3.5 inches x 5.5 inches
  • Pages: 4
  • Version: RVR-1960
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The full text of this tract is shown below in the RVR-1960 version. (Do you want to print this tract in a different version than the one listed? Contact us and let us know what you're looking for—we may be able to create the alternate version for you at no charge.)

El mensaje del ángel anunciando el nacimiento de un Salvador fue motivo de gran gozo para este mundo. A través de los siglos de la historia humana—desde el día en que el pecado entró al mundo—el hombre esperaba la llegada prometida de un Salvador. Dios había declarado que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15). Ahora había llegado ese momento tan esperado con Aquel nacido de una virgen cuyo nombre era “Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (S. Mateo 1:21). Jesús es el Salvador, Cristo el Señor.

El anuncio del ángel era para traer gozo “a todo el pueblo”—no sólo a los pastores que escucharon la voz del ángel, sino a todo el mundo. Jesucristo no vino a salvar sólo un grupo, o una clase social, o una raza de gente. Escuchando sus enseñanzas y predicaciones, algunos de los samaritanos, que estaban enemistados con los judíos, creyeron en Él, diciendo que Él era el Salvador del mundo” (S. Juan 4:42). Todos los siglos habían demostrado tanto la necesidad de un Salvador como la falta de “EL Salvador”. Nadie había podido quitar el pecado y librar al hombre de sus consecuencias hasta que vino el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo (S. Juan 1:29). Existe solamente Uno que puede decir: “Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (S. Juan 14:6). Sí, Jesús es EL Salvador.

Aprendemos más acerca de esta bendita Persona de Su madre, que dijo de Él: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios MI Salvador (S. Lucas 1:46-47). Este era Aquel que vino en gracia humilde, nacido de una virgen, totalmente ajeno a la naturaleza pecaminosa del hombre caído. Para nuestra salvación,
era necesario que EL Salvador pudiera poner una mano sobre el trono divino y la otra sobre la pobre y caída humanidad, satisfaciendo así completamente las demandas de Dios y la necesidad del hombre. Como Dios encarnado, el Señor Jesucristo pagó la pena completa del pecado por Su muerte en la cruz. Jesús resucitó de los muertos, prueba de que Su obra de redención fue aceptada plenamente por El Dios Santo, y está ahora sentado a la diestra de Su Padre en gloria.

Era por fe en Jesucristo que María pudo llamarle “MI Salvador”. Aunque Jesús ha hecho la obra de salvación, no todos se salvan. Muchos le rechazan. Otros intentan salvarse a sí mismos a través de obras que creen que merecen la salvación de Dios. Aun otros no ven el peligro de perderse eternamente en la condenación del infierno. Sólo por una confianza personal en el Señor Jesús como MI Salvador puede un pecador ser salvo de sus pecados.

¿Es Jesús TU Salvador? La respuesta puede ser sólo sí o no. No cabe un “quizás”, ni siquiera un “espero que sí”. Él será TU Salvador si confiesas tus pecados a Dios y crees en tu corazón que Cristo murió por tus pecados y resucitó para tu justificación. Confía en Él ahora, y sé salvo para siempre. Entonces Él será no solamente UN Salvador nacido en Belén y EL Salvador de otros muchos, sino TU Salvador.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (S. Juan 3:16)

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