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Transubstantiation (Spanish)

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  • Format: Folded Tract
  • Size: 3.5 inches x 5.5 inches
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El 11 de octubre del 1551 en la treceava Sesión del Concilio de Trento, bajo el Papa Julius Tercero, La Iglesia de Roma publicó su decreto acerca de la Eucaristía, definiendo la llamada “Presencia Real,” o en otro término usado para esta blasfemia, Transubstanciación.

Bajo el encabezado—“Cánones del Santísimo Sacramento de la Eucaristía” leemos: “Si alguno niega que el cuerpo y la sangre, junto con el alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y que el Cristo todo en verdad, real y sustancialmente, está contenido en el Sacramento de la santísima Eucaristía, sino que dice que Cristo está presente en el Sacramento sólo como una señal o figura o por su poder: sea anatema.”

Anatema—“una maldición o exclusión pronunciada contra el ofensor. Una maldición o deprecación, especialmente una exclusión o excomunión pronunciada en La Iglesia Católica Romana contra los grandes ofensores.”- El Nuevo Diccionario Inédito de Webster, Siglo Veinte.

Los Reformadores Mártires hablaron con su último y agonizante hálito en contra de este fraude religioso de la Hostia-Dios.

La Iglesia de Roma, sin embargo, tenía algo entre manos cuando pronunció esta maldición en aquellos que rechazaron aceptar ésta, anti-bíblica, no científica magia negra. (El Concilio, bajo Julius Tercero lanzó 125 maldiciones contra todo el que estuviera en desacuerdo con el Papado). Tan solo cuatro años después de que El Concilio de Trento publicara su decreto, Roma maldijo y entregó a los poderes seculares a dos de los hombres más piadosos de Inglaterra, para ser quemados en la hoguera por “herejía”.

Mira los cargos en contra de ellos: “Nosotros objetamos contra tí Nicholas Ridley, y contra tí, Hugh Latimer, severamente y a la vez. Primero, que tú, Nicholas Ridley, en esta alta universidad de Oxford, en el año 1554, has afirmado, abiertamente, defendido y sostenido en muchos otros lugares, que el verdadero y natural cuerpo de Cristo, después de la consagración, no está en realidad presente en el sacramento del altar. Que en el año antes dicho, has afirmado abierta y obstinadamente que en la misa no hay sacrificio propiciatorio por los vivos y los muertos. Que en el año, lugar y meses antes mencionados; éstas, las aserciones antes dichas han sido solemnemente condenadas, por la censura de este colegiado, etc., etc.” Estos hombres, Nicholas Ridley, Obispo de Londres y Hugh Latimer, Obispo de Worchester permanecieron firmes hasta el fin. Mientras el fuego comenzaba a arder, el Obispo Latimer exclamó: Maestro Ridley, Ten buen ánimo y sé valiente: En este día, por la gracia de Dios, encenderemos una antorcha en Inglaterra, la cual nunca será apagada.”

En Apocalipsis, capítulo 17 tenemos una descripción de la falsa Iglesia de Roma. En los versículos del 4 al 6 leemos:

“Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas, y tenía en su mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación; y en su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Y vi a la mujer embriagada de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé maravillado con gran asombro.”

La definición del término Transubstanciación en “El Diccionario Católico Moderno” por el Jesuita John A. Hardon es como sigue: “El cambio total de la sustancia del pan y el vino en la sustancia del Cuerpo de Cristo y la Sangre, por medio de un sacerdote, debidamente ordenado, durante la consagración en la Misa.”

Para explicar la misa Romana “El Catecismo Católico” usa las palabras de Cristo como están escritas en el evangelio de Juan 6:53 “... De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.” Pero el Catecismo Romano no presenta la escritura en el contexto correcto. Leemos en los versículos 60 al 63 del mismo capítulo “ Entonces muchos de sus discípulos al oírlo, dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? El espíritu es el que da vida: la carne para nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.”

Note que nuestro Señor dijo en efecto ¿Si pensáis que es difícil comer mi carne y beber mi sangre ahora que aún estoy con vosotros; pensad cuán difícil será el comer mi carne literal y beber mi sangre literal cuando yo esté a la diestra de mi Padre en el cielo?

¡No! Él dice en efecto: “La carne para nada aprovecha” No estoy hablando de mi carne literal y mi sangre literal. “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” Debes entender esto de una manera espiritual.

Está claro que nuestro Señor usó una figura por la cual el Concilio de Trento nos declara malditos por creer que cuando Él dijo: “Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.” Juan 6:53 ¿Acaso el Señor fue transubstanciado en una puerta literal? Él dijo: “Yo soy la puerta” Juan 10:9 ¿o en una vid? Él dijo: “Yo soy la vid verdadera” Juan 15:1

Note que también leemos: “Los diez cuernos son diez reyes” (Daniel 7:24). “Estas cuatro bestias, son cuatro reyes” (Daniel 7:17). “Las espigas hermosas son siete años” (Génesis 41:26).

El mártir Hugh Latimer fue un gran predicador. El predicó de una manera osada. Nunca tuvo temor de denunciar que lo que antes sabía estaba errado y siempre estuvo dispuesto a levantar a Cristo y a Este crucificado como la única esperanza para el pecador. En cierta ocasión el buen Obispo Latimer estaba predicando en Cambridge y dijo que a todos debería permitírseles leer la Biblia en su propio idioma. A los monjes y frailes no les agradó esto, y maquinaron para asignar a uno de sus campeones para que respondiera a Latimer. Así que en cierto domingo el Fraile Buckingham predicó a una grande congregación en contra de la lectura de la Biblia. Él dijo a su audiencia que si todos leían la Biblia serían como gente caminando sin ojos, porque dice la Escritura; “Si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti.” Y si todos leen la Biblia los panaderos no pondrían suficiente levadura en el pan, porque la Biblia dice: “Un poco de levadura leuda toda la masa” y así siguió, etc., etc. El siguiente domingo Latimer volvió a predicar, y expuso lo ridículo de los argumentos del Fraile Buckingham quien estaba presente y se sentó inmediatamente al frente del púlpito. “Sólo los niños y los necios, dijo Latimer, no pueden distinguir entre lo figurativo y el significado real del idioma; entre la imagen que es usada, y lo que la imagen intenta representar. Por ejemplo,” él continuó, mirando al Fraile, “Si yo pinto a una zorra predicando en la capucha de un Fraile, nadie imaginará que mi intención era sólo mostrar una zorra, sino la destreza e hipocresía comúnmente disfrazada en la vestimenta.

Si de acuerdo a Roma, Cristo en verdad transformó el vino en Su Sangre y se la bebió; y mandó a sus discípulos que bebieran de ella, ¡Él pecó! Beber la sangre estaba estrictamente prohibido en las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento. “Pero carne con su vida que es la sangre, NO COMERÉIS” Génesis 9:4.” Por lo cual yo juzgo, que no se moleste a los que de los gentiles se convierten a Dios; sino que les escribamos que se abstengan de las contaminaciones de los ídolos, y de fornicación, y de estrangulado y DE SANGRE.” Hechos 15:19,20

Por supuesto que nuestro Señor no pecó. Él es el Santo, el Justo. Hechos 3:14 Pero Roma ha pecado en su enseñanza del gran fraude y blasfemia de la transubstanciación. —Rev. Donald F. Maconaghie

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