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From Voodooism And Roman Catholicism To The Living Saviour (SPANISH)

Special-Order Folded Tract

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  • Format: Folded Tract
  • Size: 3.5 inches x 5.5 inches
  • Pages: 4
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The full text of this tract is shown below. (Do you want to print this tract in a different version than the one listed? Contact us and let us know what you're looking for—we may be able to create the alternate version for you at no charge.)

Yo nací en una familia Católica Romana en el sur de Haití, la perla de las Indias Occidentales.

Cuando yo tenía cuatro años, mi familia, quien vivía en una granja, me mandó a la escuela. Estudié en una escuela Católica Romana enseñada por sacerdotes franceses. Al progresar en mis estudios, tenía el deseo de ser un sacerdote Católico Romano.

Después de completar mis estudios, pasé un año enseñando en la escuela dirigida por los Hermanos del Sagrado Corazón.

Durante un día santo, fui a visitar a mis padres. Mientras estaba allí, salí a caminar con un amigo y nos encontramos con un señor de edad avanzada quien nos hizo la pregunta—“¿Conocen ustedes a Jesucristo?” Nosotros pensabamos que sí conocímos acerca de Jesús, pero al seguir testificándonos el señor, no pudimos contestar sus preguntas. El nos dijo que necesitabamos pedir a Jesús que entrara en nuestros corazones como nuestro Salvador personal porque El murió en la cruz por nuestros pecados. Nos dijo que iríamos al infierno al rechazar a Jesús. Nos testificó por treinta y cinco minutos. Al principio, pensabamos que él era ridículo, pero el señor no se desanimó con nosotros. Continuó a predicarnos la Palabra de Dios. Nos invitó a su hogar y allí nos mostró muchos versículos de la Biblia y nos pidió leerlos. Nos asombramos al enterarnos de que el señor no podía leer ni escribir, pero que él había pagado a un hombre para leerle la Palabra de Dios, y él la había memorizado.

El Espíritu Santo nos trajo bajo la convicción y ambos de nosotros aceptamos a Jesús como nuestro Salvador personal y nuestro Señor. Ese señor oró con nosotros y por nosotros. Cuando terminamos de orar, yo sabía que era una persona nueva en Cristo.

(Déjeme mencionar aquí que muchos Católicos Romanos en Haití también practican el vudú. Asi fui yo. Una vez, tuve nueve clavos colocados en mi brazo superior para que los demonios de vudú no me lastimaran. Pero cuando Jesús entró en mi corazón y me salvó de verdad, dejé toda esa maldad bajo la sangre de Jesús.)

El siguiente día, fui a una iglesia Cristiana donde se predicaba la Biblia. Pero cuando mi familia se enteró de mi conversión—según ella, me convertí Protestante—me dijo que tenía que salir de la casa, porque tenía un solo hijo quien llegó a ser un Hermano Católico Romano.

Entonces tuve que salir de mi casa el segundo día después de mi conversión. No tenía dinero, y usted puede imaginar como era mi situación. Sin embargo, me encontré con un amigo y le conté de mi problema. El me dio dinero y fui a la capital de Haití, Puerto Príncipe. Después de estar allí seis días, otra vez me quedé sin dinero. No tenía ningún lugar donde vivir y dormía fuera.

Oré y le pedí a Dios que me cuidara, y El, sin faltar, lo hizo. El mismo día me encontré con una familia Cristiana quien me abrió sus puertas y pude quedarme con esa familia por seis meses. Durante este tiempo, Dios me llamó a Su ministerio. Fui a un seminario bíblico para estudiar la Palabra de Dios. Después de mi entrenamiento bíblico, predicaba cuatro veces a la semana y enseñaba dos veces al día en una iglesia en el sur de Haití, llamado Cayes. Luego, el Señor me dio la oportunidad de trabajar en una emisora Cristiana con la Misión de las Indias Occidentales.

El Señor me bendijo y continuó a dirigirme a una consagración más profunda y El me guió al Instituto Bíblico Prairie en Canadá para avanzar mis estudios en la Palabra de Dios.

Mientras estaba allí, el Señor puso una carga en mi corazón para trabajar con el Centro de Conversión, Incorporado, como un misionero a los 100,000 Haitianos viviendo en la ciudad de Nueva York, porque tengo una carga muy grande para que los Católicos Romanos se salven.

Ahora tengo siete años en el Señor, y mi gozo más grande es ganar almas para el Señor Jesucristo. Proverbios 11:30—“…y el que gana almas es sabio.”

¿SABE usted que el cielo será su hogar? Confío que usted dará su corazón a Cristo. —Clarence Ismey

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