God's Way of Salvation (Original Version, Spanish)
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J uan 3:16 es llamado a menudo «el texto del evangelio», porque en él tenemos el evangelio entero declarado brevemente. Vemos la fuente de la salvación—el amor de Dios; el medio por el cual la salvación nos llega—su Hijo único; y la vía por la cual la recibimos—la fe en su Hijo.
Tal vez diga usted, «Bueno, yo he leído ese versículo mil veces.» Pero aún así, ¿alguna vez lo ha creído de verdad?—es decir, ¿por la fe se ha puesto usted mismo como uno de los «todo aquel», confiando en Cristo, y de ese modo recibió la vida eterna?
Un amigo cristiano me contó cómo él fue convertido mediante este versículo. Lo tomó, lo leyó palabra por palabra, creyendo según iba leyendo, lo aplicó a sí mismo, confió en el Hijo, y recibió la vida eterna. Multitudes de otras almas que buscaban la vida han hecho lo mismo. ¿Lo ha hecho usted? Si no, que el Señor le ayude a hacerlo ahora mismo.
Miremos nosotros a este maravilloso versículo, una palabra o dos a la vez, siempre recordando que ésta es la palabra de Dios, y que Dios la dice con toda sinceridad.
«DIOS»
Ahí comienza. La salvación se inicia en Dios. He aquí el primer error del hombre. El comienza consigo mismo. El hombre pregunta, «¿Qué debo hacer?» Dios dice, «Mire lo que yo he hecho.» Amigo, vuélvase de usted mismo hacia Dios. Oiga lo que él dice, y mire lo que él ha hecho.
«AMÓ AL MUNDO»
El amor—la salvación brota del amor de Dios. ¿Dios amó a qué cosa? Al mundo, un mundo de pecadores. Maravilloso amor para quienes no lo merecen! Pero, recuerde, debemos nosotros aceptar ese amor, de lo contrario no nos hace ningún bien.
Pero, he dejado una cláusula—¿no?—una frase no muy grande, pero, sí, muy, muy grande en su significado.
«DE TAL MANERA»
¡Ah, qué cláusula! Habla de lo enorme, lo inmensurable del amor de Dios, amor que sólo puede medirse por la obra que realizó.
«HA DADO»
La salvación es una dádiva, un regalo. «La dádiva de Dios es vida eterna» (Romanos 6:23). Amigo, ¿está usted tratando de comprarla? Es «sin precio» (Isaías 55:1). Dios no puede venderla, ni podría usted comprarla—vale demasiado. Pero Dios la ofrece gratuitamente como un regalo. ¿La aceptará?
«SU HIJO UNIGÉNITO»
¡Qué sacrificio tan tremendo! ¡Qué amor el que lo ofreció! La salvación es por el Hijo de Dios. «Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» (1 Juan 5:11-12). La vida eterna no está en nosotros, sino en Jesús solamente. Por tanto, recíbale a él como su Salvador, ¡y tendrá usted la vida eterna!
Ya vimos lo que Dios ha hecho—«Dios amó al mundo de tal manera que ha dado a su Hijo unigénito.» Ahora, en el resto del versículo, veremos por qué lo hizo—«para que todo aquel que en él cree (o, confía), no se pierda, mas tenga vida eterna.»
«TODO AQUEL»
Tal vez diga usted, «¿Cómo puedo saber que la salvación se me ofrece a mí?» Bueno, ¿qué dice Dios? «Todo aquel», lo cual extiende la oferta de la salvación a todo hombre, mujer, y niño en el mundo. Eso le incluye a usted, mi amigo, ¿no es cierto?
«QUE CREE (o CONFÍA)»
Aquí es tan importante ver lo que Dios no dice como es ver lo que sí dice.
Dios no dice, «Todo aquel de buen moral, respetable, honrado, de buen nombre, y que es un oficial electo o miembro de la iglesia será salvo.» El tal es el primer camino falso de los hombres para salvarse—el caracter. Fue el modo del fariseo—«Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres.» Así él «confiaba en sí mismo» (ve Lucas 18:9,11). ¿Fue «justificado» él, sus pecados borrados? No (verso 14). ¿Por qué no? Porque él era justo sólo en sus propios ojos, y a los ojos de los que le rodeaban. A los ojos de Dios era pecador, pues, «todos han pecado.» Cuando se trata del caracter del ser humano, «no hay diferencia» (Romanos 3:22-23). A los ojos de Dios, «no hay justo, ni aun uno» (Romanos 3:10), y Dios es el Juez.
Dios tampoco dice, «Todo aquel que realice buenas obras será salvo.» Este es el segundo camino falso del hombre para la salvación—las obras. ¿Alguna vez se le ha ocurrido a usted: ¿qué de bueno puede hacer un pecador? Cual el árbol, tal el fruto; así como sea el hombre, así también son sus obras. Si es usted pecador, sus obras son pecaminosas y sin mérito para la salvación. «Si bien nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia» (Isaías 64:6). Así pues, el pecador no puede hacer obras que agradan a Dios. Más aún, mi amigo no salvo, a los ojos de Dios es usted pecador y por lo tanto un «muerto en delitos y pecados» (Efesios 2:1). Ahora, ¿qué pueden hacer los muertos? ¡Nada! Es vida la que usted necesita, y es la vida que Dios le ofrece.
¿Le pide Dios que usted, como pecador, trabaje por su salvación? No, pues, su palabra declara que la salvación «no (es) por obras» (Efesios 2:9). Gálatas 2:16 nos dice tres veces que la salvación no es por obras, y tres veces dice que es por la fe. Lea usted ese versículo—¡no deja lugar a dudas!
En fin, Dios no dice, «Todo aquel que siente cierta cosa es salvo.» Este es el tercer camino falso de los hombres para la salvación—los sentimientos. Este es un error común de las almas ansiosas. «Si tan solo pudiera sentir algo nuevo en mí,—dice uno—, entonces creo que estaría bien.» Lo piensa usted, pero ¿lo dice Dios? Jamás. El no le pide que sienta, sino que crea su Palabra y confíe en su Hijo.
Yo sé lo que desea usted. Desea sentir «el gozo de la salvación.» Pero, ¿cómo podrá sentir el gozo de la salvación, sin antes tener la salvación? Una persona que se está ahogando no puede sentir el gozo de ser rescatado hasta ser rescatado. Usted tampoco puede. Tal como el sentimiento no le puede rescatar, así tampoco le puede salvar. La salvación es un hecho, no un sentimiento, que reposa sobre estos tres hechos—Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado, y ha resucitado (1 Corintios 15:3-4).
Hemos notado que Dios no dice, «Todo aquel que es o que hace o que siente.» El sí dice, «Todo aquel que cree.» Creer quiere decir confiarse por completo al cuidado de aquel en quien cree. ¿Quién es?
«EN ÉL»
En el Hijo de Dios. No en usted mismo, ni en usted y Jesús juntos, sino en Jesús—sólo en Jesús. «En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12).
«NO SE PIERDA»
Usted, sí, se perderá si no confía en Cristo. El alma sin Cristo corre gran peligro. ¿Ha pensado alguna vez en ello? Amigo, si es usted aún un pecador no creyente, ¡se encuentra en estado alarmante, y camina rumbo a un destino horrible! «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Juan 3:36). Escápese a Cristo, confíe en él, y no perecerá.
«MAS TENGA VIDA ETERNA»
No importa la clase de persona que sea usted, ni importan las cosas que ha hecho, si ahora mismo confía usted en Jesús, creyendo en él como el Hijo de Dios—y en lo que él ha hecho cuando murió en la cruz y resucitó por usted, en ese mismo instante tendrá usted la vida eterna. Cuando cree usted la Palabra de Dios, tendrá la seguridad de la salvación también, pues dice de aquellos que confían en Jesús, «Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano» (Juan 10:28).