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«Porque el tiempo está cerca» (Apocalipsis 22:10).

USTED NECESITA SER SALVO.

La Biblia dice que todos hemos pecado y como resultado de ello, merecemos la muerte: «Porque la paga del pecado es muerte…» (Romanos 6:23).

Y la muerte que el pecado produce no es solamente física, sino también muerte espiritual—la separación de la presencia de Dios: «Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23).

Si usted muere físicamente en su condición pecaminosa, usted pasará el resto de la eternidad separado de Dios, experimentando su justa ira en el tormento no mitigado del infierno: «los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tesalonicenses 1:9).

USTED NO PUEDE SALVARSE A SI MISMO

La ley divina demanda su cumplimiento ante el delito del pecado, y las buenas obras no pueden remover su penalidad: «ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado» (Romanos 3:20).

JESÚS MURIÓ Y FUE RESUCITADO PARA SALVAR A TODO EL QUE EN ÉL CREE.

Hecho: «Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;… fue sepultado, y … resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1 Corintios 15:3-4).

Dios ama al hombre: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16).

Dios tomó la iniciativa: «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8).

Dios castigó a Jesús para perdonar al pecador: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2 Corintios 5:21).

Solo la fe en Jesucristo justifica: «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Romanos 5:1).

USTED ESTÁ INVITADO
A RECIBÍR EL PERDÓN DE DIOS.

Dios ha invitado a todos: «Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más» (Isaías 45:22).

El llamado es sin distinción: «porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» (Romanos 10:13).

La invitación es personal: «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación» (Romanos 10:9-10).

La invitación es gratuita: «A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche» (Isaías 55:1).

Usted quedará satisfecho: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28).

ARREPIÉNTASE Y CRÉA EN JESUCRISTO AHORA.

Jesús predicó claramente: «diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» (Marcos 1:15).

No pierda el tiempo que quizás no tenga: «Porque [Dios] dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación» (2 Corintios 6:2).

Un día será demasiado tarde: «Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano» (Isaías 55:6).

Usted tiene una cita con el Juez del universo la cuál no puede cancelar: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9:27), donde usted tendrá que rendir cuentas acerca de su vida: «De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí» (Romanos 14:12).

No rechace el único camino de salvación. Jesús dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6).

Que Dios le conceda el arrepentimiento y la fe en su Hijo Jesucristo para que creyendo en él reciba vida eterna.

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